“Cumbres borrascosas” es una impresionante historia sobre el amor, la pasión y las consecuencias que ambos pueden tener sobre las vidas de las personas que los padecen. A diferencia de las novelas sentimentales de la época, en este libro la emoción amorosa se concibe como una fuerza destructora, un fuego interno que devora todo aquello que toca y que no deja incólume ni a amantes ni a allegados. La exaltación que somete a Heathcliff y a Catherine es rayana con la locura; no es un detalle banal el que la novela abunde en escenas atormentadas o que esté cuajada de adjetivos enfermizos. Sus encuentros adultos son siempre bruscos y están dominados por un ardor casi maníaco, una furia recíproca que sólo les mantiene separados por circunstancias sociales.
Es posible que una historia así no pudiera escribirse hoy en día
precisamente por el cambio en la realidad social: aunque existan otros
argumentos, la razón principal por la que Catherine aparta de sí a
Heathcliff es por sus orígenes: por su falta de orígenes, en realidad,
ya que nunca sabemos de dónde ha surgido (aunque las constantes
referencias a su tez morena lo emparenten con gitanos; cuando no, como
en algún momento se expresa, con demonios). Consciente de su pasión y
del posible resultado fatal que puede acarrearle, Cathy decide casarse
con Linton para proporcionarse a sí misma y a su descendencia un futuro
honorable. Sin embargo, su ardor será mucho más fuerte de lo planeado y
desembocará, como no podía ser de otra manera, en la autodestrucción.
Ella misma es bien consciente de esto:
Mi amor por Linton es como el verde de los bosques. El tiempo hará que cambie, estoy segura, como el invierno cambia los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas eternas que sobresalen profundamente enterradas en la tierra: son motivo de escaso goce para quien las contempla, pero al mismo tiempo son necesarias. Nelly, ¡yo soy Heathcliff!
En esa identificación se resume el amor que ambos protagonistas
sienten: al igual que la naturaleza es incognoscible cuando se
desencadena, carente de propósito, el lazo que les une a ambos es eterno
y oscuro. De hecho, esa relación que la autora establece entre los
elementos naturales y los personajes humanos es un recurso bellísimo
para mostrar, de forma indirecta, lo indómito de sus caracteres y lo
violento de sus afectos. Mientras que Cumbres borrascosas (que será el
futuro hogar de Heathcliff) es un caserón tosco y agreste, la Granja del
Tordo es un paraje hermoso y sereno, luminoso y fértil. Y sin embargo
ambos lugares pertenecen al mismo territorio y se comunican de manera
constante, así como el hilo que conecta a los dos protagonistas
permanece intacto aunque sus caracteres sean distintos.
Pese al tiempo, pese al estilo y pese a las voces narrativas,
“Cumbres borrascosas” tiene esa fuerza de las grandes obras que se eleva
por encima de cualquier minucia formal o histórica; la pasión, el amor y
el orgullo son sentimientos imperecederos, aunque se muestren en su
faceta más salvaje.
